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España ya busca mercados alternativos ante la destrucción del 'granero' ucraniano

El Gobierno pide a Europa que flexibilice los requisitos fitosanitarios a importaciones de terceros países como Argentina. España solo tiene cereales para cinco semanas, según estimaciones

La guerra en Ucrania está suponiendo otro test de estrés para los agricultores y ganaderos españoles. El ‘granero’ que suministra gran parte de las importaciones de maíz, con las que se fabrican la mayoría de los piensos para alimentar a los animales destinados al consumo humano, ha quedado destruido por los bombardeos rusos. España es importador neto de cereales, con un déficit estructural medio en la balanza comercial de 14,7 millones de toneladas en las últimas cinco campañas, a pesar de tener una de las industrias más potentes de la Unión Europa. En concreto, Ucrania fue en la campaña 2020-2021 nuestro segundo proveedor de cereales tras Brasil, con una media de 2,7 millones de toneladas anuales. El ministro de

Agricultura, Luis Planas, aseguró ayer en la rueda de prensa posterior a la reunión del Comité Asesor Agrario, donde están representadas las principales organizaciones agrarias (Asaja, COAG y UPA), que la «preocupación» está precisamente en lo que se importaba hasta ahora en maíz de este país europeo y, reconoció que ya se están buscando «fuentes alternativas desde el punto de vista del abastecimiento». En este sentido, el titular de Agricultura matizó que «las importaciones se realizan entre diciembre y febrero, y que ya se han efectuado la mayor parte de las correspondientes a la campaña de 2021 y 2022». Además, afirmó que, «desde el punto de vista del abastecimiento alimentario, no hay riesgos a corto plazo».

Sin embargo, el margen de maniobra de España es finito: cinco semanas o 45 días, según estiman desde la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (Cesfac) y del propio Planas. En conversación con ABC, el director general de esta patronal Jorge de Saja, especifica que lo ideal es llegar a los próximos meses de junio y julio, «cuando entran en juego las primeras cosechas españolas, del sur principalmente, y el maíz brasileño». En circunstancias normales, durante los seis primeros meses Ucrania es nuestro principal ‘granero’. Sin embargo, uno de los frentes bélicos está en el estratégico puerto de Odesa. «Si no hay materia prima para alimentar a la cabaña, se empezará a sacrificar animales», avisa De Saja, quien reconoce el compromiso del Ministerio de Agricultura aunque difiere de los plazos oficiales. El representante de Cefac cree que «va a haber falta de suministros a nivel internacional y que dependerá de cada país pagar el pato o no»,

¿Qué alternativas hay a Ucrania? El representante de la patronal Cesfac apunta a tres posibilidades para importar maíz: Estados Unidos, Canadá y Argentina, «aunque esta última sería de cosecha vieja», correspondiente a la anterior campaña. A lo que se sumarían pequeños stocks de países como Serbia. Una operación no exenta de algunos problemas, especialmente por la normativa europea: en la producción argentina pueden encontrarse restos de un pesticida «usado hasta hace dos años» – en palabras de Saja – que lleva años caducado en la Unión Europea. Por su parte, el obstáculo para importar de Estados Unidos y Canadá estaría en el uso de transgénicos. Preguntado por este particular, Planas descartó que esto suponga «la reapertura de debates» en referencia a la manipulación genética de semillas. Al respecto, reconoció el «dilema» pero aseguró que estos movimientos se harán «con la plena garantía de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria» y que, la prioridad del Gobierno, pasa por asegurar la producción alimentaria y la disponibilidad tanto de piensos como de fertilizantes.

Para ello, España propuso el pasado miércoles a la Comisión Europea – durante la reunión extraordinaria de ministros de Agricultura de la UE – la flexibilización de los requisitos fitosanitarios para las importaciones de maíz de países como Argentina. Además de otras medidas como la modificación en las condiciones de uso del suelo agrícola, reguladas por la PAC (Política Agraria Común), para que permitan plantar maíz u otro cultivo similar en aquellas superficies con fines ecológicos, así como la movilización de las autoridades comunitarias en foros internacionales como la FAO «para que los flujos internacionales no se interrumpan». Algo dañino para naciones como Egipto y Túnez.

«Nerviosismo»

Las principales organizaciones agrarias (Asaja, COAG y UPA) coincidieron en su preocupación por el abastecimiento de cereales para la alimentación animal y en el apoyo a la búsqueda de nuevos mercados. «Hay nerviosismo en todo el sector ganadero», apuntó el secretario general de COAG Miguel Padilla.

Por su parte, el presidente de Asaja Pedro Barato apostó por «darle una pensada» a la PAC para garantizar que la Unión Europea (UE) tenga suficientes alimentos, sin depender de terceros países. .

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